Erasmo De Rotterdam
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             Stefan   Zweig se refirió al gran humanista Erasmo de Rotterdam como el primer   `europeo consciente de serlo`. Para él, Erasmo era el `maestro venerado`, al   que se sentía unido no solamente en lo espiritual sino sobre todo en el   rechazo de toda clase de violencia. Esta `figura de alguien que tiene razón   no en el ámbito tangible del éxito sino únicamente en sentido moral`,   fascinaba a Zweig. La fortaleza de espíritu y la dificultad para decidirse a   actuar, constituyen el `triunfo y la tragedia` de Erasmo. A la hora de la   verdad, cuando el príncipe elector le pide su opinión acerca del conflicto de   fe que enfrenta a Lutero y el Papa, Erasmo, en realidad simpatizante de la   Reforma, recomienda la intervención de `jueces reputados y fuera de toda   sospecha`, es decir, encubre su propia opinión en una propuesta cauta, pues   no quiere `responder de una culpa aún incalculable`. Sus contemporáneos y las   generaciones posteriores atribuyeron esta actitud, que no pudo remediar la   escisión de la Iglesia, a su indecisión característica. Stefan Zweig intenta,   con su biografía, que Erasmo replique con lo que fue el sentido de su vida:   la justicia. Sabe que `el espíritu libre e independiente, que no se deja atar   por ningún dogma y que evita tomar partido, no tiene patria en la tierra`.   Tamaño: 251 Kb, Literatura, Biografías 
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             El `Elogio   de la locura` (Literalmente, Elogio de la estulticia o de la tontería) es un   ensayo escrito por Erasmo de Rotterdam e impreso por primera vez en 1511,   está inspirado en `De triumpho stultitiae` del italiano Faustino Perisauli,   natural de Tredozio (Forlì). En una traducción aparece como título «Elogio de   la necedad». Según palabras del propio Erasmo, tras redactarlo en una semana   revisó y desarrolló el trabajo durante una estancia en la casa que tenía   Tomás Moro en Bucklersbury. Se considera el Elogio de la locura como una de   las obras más influyentes de la literatura occidental y uno de los   catalizadores de la reforma protestante. Comienza con una loa satírica (un   fragmento de virtuosa locura) a la manera del autor griego Luciano de   Samósata, cuya obra había sido traducida hacía poco al latín por el propio   Erasmo y por Tomás Moro. Tras esto, el tono se ensombrece con una serie de   discursos solemnes, en los que la locura hace un elogio de la ceguera y la   demencia y en los que se realiza un examen satírico de las supersticiones y   de las prácticas piadosas y corruptas de la Iglesia Católica, así como de la   locura de los pedantes (entre los que se incluye el propio Erasmo). El autor   había regresado recientemente de Roma profundamente decepcionado y donde se   había lamentado de la evolución que veía en la Curia Romana, poco a poco la   locura toma la voz de Erasmo. En la obra se hace una relación puntual de las   `ventajas` de la Locura sobre la Razón, señala cuán felices son los hombres   cuando viven arropados por la necedad, situación de la que no escapan ni   siquiera los Gramáticos, los Filósofos, los Teólogos, los Papas, los Obispos   Germánicos, los Reyes ni los Príncipes. La locura se presenta ante un   auditorio donde desarrolla un elogio de sí misma, logrando que su sola   presencia desarrugue entrecejos y produzca cálidas sonrisas. Enumera una por   una sus cualidades, vanagloriándose de que sus muchos beneficios se reparten   entre todo tipo de personas: desde el vulgo que se contenta con pláticas de   viejas, hasta los reyes y eclesiásticos que se embriagan con toda clase de   diversiones. La Locura da razón de sus orígenes (Las Islas Afortunadas), de   sus padres (Pluto y Hebe) y del cortejo que la acompaña en su tarea de hacer   más agradable la vida del género humano (La Adulación, el Amor Propio, la   Demencia, la Pereza, la Molicie, el Olvido, y la Voluptuosidad), se lamenta   de quienes reniegan de su nombre, pese a ser grandes beneficiarios de sus   dones, efectúa una sátira de los leguleyos y de los médicos, de los   estudiosos exhibe su desdén y patanería, dejando en claro que las mujeres   prefieren la compañía de los necios, exhibe a los comerciantes, describiendo   cómo son sus indulgencias la llave para seguir cometiendo sus fechorías, del   clero, desde los mendicantes hasta el Papa, muestra qué tan cerca están de la   vanidad como lejos de Jesucristo. Tamaño: 1.629 Kb, Filosofía, Varios 
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             Traducción   de Ovtavi Pellissa. Revisión de Carlos Gilly. Fue en vida una figura   controvertida y lo ha seguido siendo. Los luteranos lo rechazaban como   papista vergonzante, los católicos le reprochaban haber sido el percusor del   luteranismo. El profesor Aujustiju nos ofrece en cambio, el nítido retrato de   un hombre que, en el corazón mismo de la revolución religiosa, se esfuerza por   integrar el método humanista en la teología y por renovar la Iglesia y la   sociedad de su tiempo. Tamaño: 5.073 Kb, Literatura, Biografías 
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             En   Apotegmas de sabiduría antigua, Erasmo de Rotterdam (1467-1536) recopiló   algunos de los aforismos, sentencias y apotegmas que, a su entender, mejor   definían el pensamiento de la Grecia Antigua pero, al mismo tiempo, con esta   selección proporcionaba reveladoras claves para comprender su propio   pensamiento. A partir de la versión que en 1549 publicó el bachiller   Francisco Tamara, el profesor Miguel Morey recupera este revelador texto   erasmiano y lo enriquece con una aguda interpretación de la importancia de   Erasmo en la cultura española y con los materiales habituales en esta   colección. Tamaño: 3.887 Kb, Filosofía, Ramas, Ideología 
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             En 1530,   seis años antes de su muerte, Erasmo de Rotterdam (1466-1636) entregó a la   imprenta un breve texto -De civilitate morum puerilium-, dedicado al Príncipe   niño Enrique de Borgoña, hijo de Adolfo, príncipe de Veere (en los Países   Bajos, bajo dominio borgoñón). El opúsculo alcanzó un éxito sin precedentes y   antes de la muerte de Erasmo había sido ya reimpreso más de treinta veces,   siendo prontamente traducido al inglés, al francés, al alemán y al checo.   Tamaño: 348 Kb, Sociales, Educación 
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             La   Alabanza de la estupidez es el más célebre de los textos del filósofo Erasmo   de Rotterdam. Impreso por vez primera en 1511, se trata de uno de los ensayos   que mayor influencia ha ejercido en la cultura occidental, así como uno de   los catalizadores de la reforma protestante del siglo XVI encabezada por   Martín Lutero. Mediante un tono burlesco e irónico y una crudeza sagaz e   hiriente, Erasmo da voz a la propia estupidez para que sea ella quien haga   apología de sus utilidades, criticando a su vez los usos de la razón. El   poeta y ensayista Eduardo Gil Bera ofrece en estas páginas una palpitante traducción   de esta obra eminente del pensamiento occidental. A través de ella y de la   brillante introducción que la precede, pues, propone la relectura de un   clásico que, siglo tras siglo, se revela inagotable. Tamaño: 477 Kb, Filosofía,   Varios 
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BIOGRAFIA:
Geert Geertsen (latinizado como Desiderius Erasmus Rotterodamus, Róterdam, 28 de octubre de 14661 -Basilea, 12 de julio de 1536), conocido en español como Erasmo de Róterdam o Erasmo de Rotterdam, fue un humanista, filósofo, filólogo y teólogo neerlandés, autor de importantes obras escritas en latín. Aunque no queda constancia oficial de su año de nacimiento, sí se sabe que nació la madrugada de 28 de octubre.1 En su estatua en Róterdam figura el año de nacimiento 1467, pero tras las investigaciones realizadas por Harry Vredeveld en 1993, hoy en día se considera a 1466 como la fecha más probable. Fue hijo bastardo de un sacerdote de Gouda y su sirvienta Margaretha Rogerius (Rutgers). Fue enviado por su padre a la escuela de Deventer de los Hermanos de la Vida Común, donde tiene sus primeros contactos con el movimiento espiritual de la devotio moderna.
Con dieciocho años de edad entró en el monasterio de Emmaus de Steyn (cerca de Gouda) de los Canónigos Regulares de San Agustín, monasterio que participaba igualmente de la espiritualidad de la devotio moderna. En 1488 hizo la profesión religiosa y cuatro años después fue ordenado sacerdote. Poco después de su ordenación, Erasmo obtuvo de sus superiores el permiso para trabajar como secretario del obispo de Cambrai, Enrique de Bergein, quien le dio una beca, hacia 1495, para estudiar teología en la Universidad de París, institución que en ese momento se encontraba viviendo con gran fuerza el Renacimiento de la cultura de Grecia y Roma. Allí hizo amistad con el célebre asceta Juan Momber y con uno de los primeros humanistas de París, Roberto Gaguin. Posiblemente en esta etapa se encuentren los comienzos del pensamiento humanista de Erasmo, que convirtieron al joven en un pensador libre y profesor de ideas independientes.






