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Descartes Rene

 
En la Modernidad hay un cambio sustancial en la forma de concebir el mundo y la realidad en relación con la Edad Media. Mientras que en la Edad Media todas las explicaciones racionales estaban supeditadas a la fe para comprender de esta forma el mundo, en la Modernidad la razón va adquirir una independencia tal que la llevará a posesionarse como la episteme principal de esta época. Con el «cogito ergo sum» de Descartes, la interpretación tradicional del mundo sufre una transformación total. Ya no son los paradigmas el arjé del mundo ni Dios. El nuevo eje desde el que se explica la realidad va a ser la razón. La ley de las cosas es la razón. La razón es la que decide el existir de las cosas. Hay un nuevo Señor y Legislador: el Pensamiento. Es el dador de sentido, el que pone reglas y orden, el que decide lo que es y lo que no es en las diversas esferas del vivir humano. Para hablar del mundo, de la sociedad, del hombre y de Dios hay que hacerlo desde la racionalidad, ella es la garantía de realidad y el criterio de verdad La razón tiene sus razones y métodos diversos pero una de ellas va a imponerse por encima de todas ellas. La razón moderna por excelencia va a ser la Razón Científico-Técnica. La nueva tarea del hombre moderno es llevar este tipo de razón científico-técnica, como única razón, a todos los campos del pensar y el hacer. En la Modernidad vamos a encontrar importantes rupturas con la antigüedad. El espíritu moderno se define de buen grado por la ruptura con el pasado, por la reacción contra Aristóteles y la Escolástica, por la liberación de la razón humana respecto al dogma cristiano y de la fe, y, de una manera todavía más significativa, por la repudiación de una filosofía del orden universal y la sustitución de un realismo tradicional por un nominalismo radical. El conocimiento en la Modernidad deja de ser esencialmente metafísico para tornarse físico. Dentro del pensamiento moderno podemos distinguir dos tendencias principales: el racionalismo y el empirismo. `Otra gran ruptura de la filosofía moderna se produje en realidad en la vertiente del puro empirismo y sus consectarios`
Este libro asombroso de Antonio Damasio nos interna en el cerebro y revela el mundo invisible que hay dentro de nosotros como si efectivamente pudiéramos verlo. Nunca más nos podremos mirar a nosotros mismos o a otra persona sin preguntarnos qué ocurre tras esos ojos que nos miran. Aunque el autor no puede afirmar con seguridad qué fue lo que le gatilló su interés en los supuestos neurales de la razón: `recuerdo muy bien cuándo me convencí de que no podían ser correctas las nociones tradicionales acerca de la naturaleza de la racionalidad`. Así comienza esta obra que conduce al lector por un viaje de descubrimientos, desde la historia de Phineas Gage, el famoso caso de cambio conductual que se produjo a raíz de una lesión cerebral, hasta la recreación actual del cerebro de Gage, y desde las dudas de un joven neurobiólogo hasta una hipótesis verificable acerca de las emociones y su rol fundamental en la conducta humana racional. Apoyado en su experiencia con pacientes neurológicos afectados por lesiones cerebrales (su laboratorio tiene fama, en todo el mundo, de ser el centro de estudios más importante de estas enfermedades), Antonio Damasio demuestra que la ausencia de emoción y sentimiento puede, aniquilar la racionalidad. Mientras explica cómo contribuyen las emociones y los sentimientos a la configuración de la razón y la conducta social adaptativa, Damasio propone una nueva perspectiva acerca de lo que verdaderamente son las emociones y los sentimientos: percepciones directas de nuestro propio estado corporal, un vínculo entre el cuerpo y sus orientaciones a la supervivencia, por una parte, y la conciencia, por otra.
La obra filosófica de Descartes y la de Kant enmarcan el principio y el final de la época que se conoce en filosofía como moderna. La unanimidad en la atribución del calificativo de iniciador y -padre- de esta época filosófica a Descartes es ya un lugar común, y no menos unánime es la convicción de que el pensamiento de Kant, plenamente moderno constituye un hito significativo, un nuevo método del pensamiento. Entre uno y otro se suceden, en el espacio de dos siglos, una serie de autores que se cuentan entre las grandes figuras de la historia y de la filosofía y que se relacionan con dos tradiciones del pensar: el racionalismo y el empirismo. Con éstos términos se designan las dos principales corrientes filosóficas que se desarrollan a lo largo de este período. Ambos confluyen en la Ilustración, ese movimiento cultural o ideológico que, por encima de todo, expresa una peculiar actitud, un espíritu que se extiende por Europa y el mundo occidental y cristaliza en un conjunto de rasgos inconfundibles que conforman la imagen de lo que entendemos por -hombre moderno-
Descartes en 90 minutos es uno de los primeros en una serie de libros desenfadados y distintos que presentan la vida y la obra de los filósofos más importantes. En un relato a la vez estimulante e informativo, Paul Strathern ha entretejido en el texto las ideas principales de Descartes, de manera que son comprensibles tanto por estudiantes de filosofía como por los que no lo son. Descartes fue enviado a un internado a la edad de ocho años. Como el director del colegio era un amigo de la familia, el joven René tenía una habitación para él solo y podía levantarse cuando quería, que era hacia el mediodía. A pesar de ello, se llevaba todos los premios. El levantarse de la cama tarde fue un hábito al que se adhirió toda su vida, incluso cuando, sorprendentemente, se alistó en el ejército. Así pensaba él. Una introducción y un epílogo sitúan la obra de Descartes dentro del panorama de la filosofía, también se ofrece una completa lista cronológica. Finalmente, una selección de citas de las Meditaciones y del Discurso del Método da indicación de sus intenciones, conceptos más importantes y de su estilo. Tamaño: 570 Kb, Filosofía, Varios
En esta obra se aborda la tarea de de-construir uno de los momentos capitales de formación de la llamada «razón» occidental: el nacimiento de la ciencia y filosofía modernas en la obra de Descartes. Conocida es la importancia de los hallazgos y doctrinas de este autor en el campo físico, matemático y filosófico, pero mucho menos la raíz desde la cual tales planteamientos fueron posibles. En la historiografía tradicional el racionalismo cartesiano parece generarse ex nihilo: la búsqueda de las raíces que se ocultan tras esta aparente «nada» de innovación y modernidad absolutas es el objetivo de este estudio. Partiendo de una caracterización pormenorizada del subsuelo cultural renacentista, se analiza el enraizamiento del joven Descartes en los temas hermético- esotéricos, se sigue de manera rigurosamente sincrónica el avance de su pensamiento desde el simbolismo hermético de 1619 al ya puramente geométrico de las Regule, se descomponen todos los problemas epistemológicos en tomo a la nueva Física mecanicista del Tratado del Mundo, y se acaba por reinterpretar, a la luz de la perspectiva conseguida, la propia imagen de racionalidad ex nihilo que el pensador construyó en sus escritos de madurez (Discurso, Meditaciones). Tamaño: 12.134 Kb, Filosofía, Varios
Las REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU ­comenzadas en el invierno de 1628 y publicadas sólo póstumamente­ constituyen una pieza clave en laobra de RENÉ DESCARTES (1596-1650) y el punto de arranque de un nuevo modo de reflexión científica. «Sólo quien haya pensado real y detenidamente este escrito, radicalmente parco, hasta en sus rincones más recónditos y fríos, estará en condiciones de tener una idea de lo que pasa en la ciencia moderna», comentó en su día Martin Heidegger. La importancia epistemológica de la obra ­traducida y prologada por Juan Manuel Navarro Cordón­ no agota, sin embargo, la riqueza de su contenido, pleno de implicaciones filosófico-metafísicas y establecedor de algunas de las bases fundamentales de la época moderna. Tamaño: 7.155 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos, Ilustración
Comentarios de personajes de la época a las Meditaciones Metafísicas del autor, y las Respuestas de este Tamaño: 13.116 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos, Ilustración
Traducción y prólogo de Manuel García Morente El Discurso del Método es la principal obra escrita por René Descartes considerada una obra fundamental de la filosofía occidental con implicaciones para el desarrollo de la filosofía y de la ciencia. Se publicó de forma anónima en Leiden (Holanda) en el año 1637. Consistía, en realidad, el prólogo a tres ensayos: Dióptrica, Meteoros y Geometría, agrupados bajo el título conjunto de Ensayos filosóficos. Descartes tituló esta obra Discurso del método con una finalidad precisa. En una carta que dirige a Marin Mersenne le explica que la ha titulado Discurso y no Tratado para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino sólo de hablar. Con esto Descartes trata de alejarse de cualquier problema que pudiese surgir con sus contemporáneos por las ideas vertidas en esta obra y además escapa así de una posible condena eclesiástica como había ocurrido poco tiempo antes con Galileo y cuyas ideas Descartes no consideraba desacertadas. Tamaño: 254 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos, Ilustración
Selección de textos, traducción y notas de José Fernández Rodríguez. CUADERNOS DE ANUARIO FILOSÓFICO - Departamento de Filosofía - Universidad de Navarra CÓMO APARECE DIOS EN LA FILOSOFÍA Fruto de una libre iniciativa, la filosofía de Descartes comienza con la duda, porque la duda constituye el primer tiempo de toda construcción filosófica que pretenda proceder por orden. Pero este primer momento es inmediatamente eliminado por Malebranche, Spinoza y Leibniz, que creen quela ascesis de la duda es demasiado dura para someterse a ella,tanto más cuanto que para Descartes dudar no es simplemente suspender el juicio, sino tener por falso. Como dudoso hay que considerar nuestro saber acerca del mundo, acerca del hombre y acerca de Dios, con lo cual también Dios empieza siendo tenido por dudoso. Pero este intento fracasa. Y es que, cuando el hombre se esfuerza en pensar que todo es dudoso, cae en la cuenta de que, para ser dudoso todo lo que él piensa, ha de ser verdad que él piensa todo eso (cogito) Pero sólo es verdad que puede pensar todo eso, si el que lo piensa es algo, pues resulta imposible pensar como dudoso nada, sin contar con la propia existencia del que lo piensa de esa manera (sum). He ahí la primera verdad que resiste a toda duda: cogito, ergo sum Tamaño: 1.212 Kb, Religión, Cristianismo, Catolica, Teología Liberación
Este archivo es una selección de textos con traducciones y notas de José Fernández Rodríguez publicados dentro de una serie de `Cuadernos de anuario filosófico` del Departamento de Filosofía de la Universidad de Navarra. Entre los atributos más prestigiados por Descartes está la infinitud de Dios, que es como decir que Dios no tiene límites en sus perfecciones, ni puede tenerlos. Y es que no debemos confundir la idea de infinito con la idea de indefinido. Ciertamente, se puede hablar de infinito numérico, porque a un número cualquiera siempre cabe añadirle una unidad y, al número obtenido, añadirle una nueva, y así sucesivamente. También cabe hablar de un infinito temporal, porque podemos remontarnos sin parar hacia el pasado y sin parar proyectarnos hacia el futuro, y de un infinito espacial, porque no hay porción de materia, por pequeña que sea, que no pueda ser dividida en partes cada vez menores, ni, por grande que sea, que no pueda hacerse cada vez mayor. Sin embargo, en estos y otros casos parecidos, Descartes prefiere hablar no de infinito sino de indefinido. No se cansa de repetir que no es lo mismo lo uno que lo otro. Unas veces establece la diferencia diciendo que indefinido es aquello que carece de límites sólo en ciertos aspectos, como la extensión de los espacios imaginarios, la serie de los números, la divisibilidad de la materia, etc., reservando el nombre de infinito para lo que carece de límite en todos los aspectos, cosa que únicamente le ocurre a Dios. Tamaño: 1.544 Kb, Religión, Varios
Una visión global de tipo filosófico más que una obra científica es de suyo este trabajo que René Descartes tituló Le monde ou le Traité de la Lumière. Tras la recolocación de la posición de la Tierra en el sistema planetario que se derivó de los trabajos copernicanos. Una vez que la Tierra hubo perdido su calidad de ente estacionario y central del cosmos, se hacía necesaria una reconstrucción del sistema de pensamiento que se había articulado en torno a esa idea central, que además situaba al ser humano como principal ser vivo. Un nuevo sistema físico se desarrollaba simultáneamente, pues el incesante afán del ser humano por conocer se acrecienta, cuando advierte cambios que trastocan su percepción y comprensión del mundo. La mente necesita entender, la necesidad de entender se torna imperiosa en situaciones de cambio y reelaboración de los esquemas conceptuales en los que se enmarca la nueva visión. Esta pequeña obra extraída del cuerpo general de la obra cartesiana responde a esa necesidad primordial y es una respuesta dada por una mente preclara y bien estructurada. Tamaño: 4.813 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos, Siglo XIV al XVI
Los principios de la filosofía fue la obra que mas hizo por popular la visión moderna de una naturaleza matemática y mecánica. En la primera parte, acerca de los principios del conocimiento humano la duda método ca sobre las seguridades del pasado y del sentido común, llevan al descubrimiento del cogito y las ideas claras y distintas propias de la matemática. Así , en la segunda , sobre los principios de las cosas materiales, la identificación de los cuerpos con la extensión permite concebir el conjunto de lo que ahi como materia extensa y movimiento que, siendo elementos geométricos no precisan ulteriores análisis. En la tercera parte se elabora sobre esas bases un esquema cosmológico calculable, cuya mayor ventaja fue la de poder ser refutado por Newton medio siglo más mientras que las confusas fabulas anteriores no eran fáciles de eliminar con hechos y matemáticas. la cuarta parte es un tratado de ciencias de de la tierra en las que se abordan, con los mismos principios físicos, la geología, la meteorología, la hidrología, la metalurgia y la química. Tamaño: 16.846 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos, Siglo XIV al XVI
REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU. INVESTIGACIÓN DE LA VERDAD. POR LA LUZ NATURAL. DISCURSO DEL MÉTODO. MEDITACIONES METAFÍSICAS. SEGUIDAS DE LAS OBJECIONES Y RESPUESTAS. CONVERSACIÓN CON BURMAN. LAS PASIONES DEL ALMA. CORRESPONDENCIA CON ISABEL DE BOHEMIA. TRATADO DEL HOMBRE. . En el campo de la filosofía puede hablarse de dos comienzos. El pri­mero de el los se produjo en Grecia unos siglos antes de nuestra era y tiene como héroe indiscutible a Sócrates, cuya figura Platón dibujó en su obra Apología de Sócrates, en la que nos lo presenta como un hombre profundamente comprometido con sus ideas y dispuesto a morir por ellas. El segundo comienzo de la filosofía es el que acontece en la «modernidad>> y tiene como héroe indiscutido a Descartes, que en el Discurso del método se pinta a sí mismo como el héroe de la razón moderna. Georg W. F. Hegel supo ver bien el significado de Descartes para la filosofía al escribir: «Descartes es un héroe del pensamiento que aborda de nuevo la empresa desde el principio y reconstruye la filosofía sobre los cimientos puestos ahora al descu­bierto al cabo de mil años».` Pero Descartes no estaba dispuesto a morir por sus ideas como Sócrates, y por eso cuidó mucho de elegir adecuadamente el lugar donde vivir. Abandonó su Francia natal y fijó su residencia en Holanda, un país libre en la época revuelta de las «guerras de religión », que es la época en la que discurre la vida de Descartes, fundador de la razón moderna. El pensamiento de René Descartes (La Haye, 1596 - Estocolmo, 1650) inauguró la modernidad al colocar al sujeto como protagonista de la filosofía. Su célebre expresión cogito ergo sum es un lugar común en nuestra cultura. Sus Meditaciones metafísicas son un modelo de ensayo filosófico, y el Discurso del método, uno de los textos más claros, conocidos y comentados de la filosofía moderna. Articuló de forma admirable filosofía y ciencia, logrando un modo de pensar estrictamente racional para contribuir al descubrimiento de la verdad. Expuso un método científico basado en la razón que eclipsó al de Aristóteles y clausuró la Edad Media, dando paso a una nueva época de expansión y libertad. La separación de mente y cuerpo, en dos órdenes diferentes de realidad (otro de los notables descubrimientos de Descartes), produjo escándalo en su tiempo. Inspiró el mecanicismo y el materialismo y hasta el ateísmo modernos, pero también franqueó las puertas de la revolución científica. Autores tan influyentes como Spinoza, Voltaire, Rousseau o Newton son deudores de Descartes. Estudio introductorio de Cirilio Flórez Miguel, catedrático de filosofía en la Universidad de Salamanca. Especializado en Filosofía de la Historia y en la historia de las ideas en general, ha centrado su interés en filósofos como Kant o Marx. Como profesor de filosofía moderna y contemporánea dedicó especial atención a la filosofía francesa. Una de sus obras más conocidas es La filosofía en la época de la Ilustración. Tamaño: 14.102 Kb, Filosofía,Varios
Edición bilingüe, introducción, traducción y notas de Pedro Lomba. «Las verdades matemáticas, a las que vos llamáis eternas, han sido establecidas por Dios y dependen enteramente de Él, tanto como el resto de las criaturas... No temáis, os lo ruego, asegurar y publicar por todas partes que es Dios quien ha establecido estas leyes en la naturaleza de la misma manera que un rey establece las leyes en su reino». R.D. Tamaño: 225 Kb, Literatura,Varios
El tratado del hombre formaba originalmente parte de una obra más extensa, El tratado de la luz o El mundo, cuya publicación suspendió Descartes al tener noticia de la condena de Galileo por la Inquisición. Publicado separadamente siguiendo el criterio establecido por Schuyl (1662) y Clerselier (1664), sus primeros editores, que consideraron con acierto El tratado del hombre como una obra autónoma dentro del manuscrito de El tratado de la luz. La ruptura a que en éste llega Descartes, a nivel de principios generales, con la concepción teleológica se hace extensiva al campo de los seres vivos, cuya organización, así como la coordinación y adaptación que revelan en su conducta, son explicadas aceptando la suposición de que el cuerpo vivo no es otra cosa que una máquina integrada por piezas, cuya disposición y forma bastan para explicar cuántos actos voluntarios o involuntarios caracterizan su actividad. La historia de la ciencia atestigua que fue muy significativa y renovadora esta reducción postulada por Descartes: reducción que generó una amplia polémica con la filosofía tradicional, y que inspiró todo un nuevo campo de estudios. Tamaño: 5.328 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos
Fruto de toda una biografía que ha tenido el pensamiento como principio, Las pasiones del alma (1649) es la última obra publicada por Descartes en vida y puede considerarse como su testamento filosófico. Escrita a instancias de la princesa Isabel de Bohemia, quien pedía reiteradamente a su «instructor» aclaraciones sobre la relación en el ser humano entre dos sustancias tan distintas como el alma y el cuerpo, en ella encontramos una serie de reflexiones que profundizan, precisan o rectifican algunas de las tesis que Descartes había sostenido con anterioridad. La obra, elaborada con la intención de «explicar las pasiones -en palabras del autor- no como orador, ni tampoco como filósofo moral, sino solamente como físico», consta de tres partes, «de las que la primera tratará de las pasiones en general, y en ocasiones de la naturaleza del alma, etc., la segunda, de las seis pasiones primitivas, y la tercera, de todas las demás». De hecho, Descartes inicia su explicación sobre las pasiones por una descripción de la fisiología humana, para acabarla con una reflexión acerca de la moral, tras dar cuenta de las mismas como resultado de la unión del alma y el cuerpo. Fisiología, interacción alma-cuerpo y moral son los temas que articulan el contenido de este libro. Tamaño: 991 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos, Siglo XIV al XVI
Considerado el padre de la filosofía occidental moderna, Descartes trató de mirar más allá de las ideas establecidas y crear un sistema de pensamiento basado en la razón. En su profundo trabajo medita sobre la duda, el alma humana, Dios, la verdad y la naturaleza de la existencia en sí misma. A lo largo de la historia, algunos libros han cambiado el mundo. Han transformado la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Han inspirado el debate, la discordia, la guerra y la revolución. Han iluminado, indignado, provocado y consolado. Han enriquecido vidas, y también las han destruido. Taurus publica las obras de los grandes pensadores, pioneros, radicales y visionarios cuyas ideas sacudieron la civilización y nos impulsaron a ser quienes somos. Tamaño: 851 Kb, Filosofía, Ramas, Ontología
La correspondencia entre Descartes e Isabel de Bohemia se extiende durante los últimos seis años de vida del pensador francés, en los que, en posesión ya de su sistema filosófico debe dedicarse a defenderlo, aclararlo y ampliarlo. En este proceso halla en la joven princesa una corresponsal inteligente, aguda y sensible que le obligará a precisar las razones y el alcance de algunas de sus tesis más importantes. Isabel de Bohemia (1618-1680) hija del efímero rey de Bohemia Federico V, partió al exilio holandés con su familia y vivió desde allí la Guerra de los Treinta Años. Tamaño: 26.881 Kb, Literatura, Biografías, Correspondencia
En la época de grandes cambios que fue la transición de la Edad Media a la Edad Moderna, Descartes dedicó todo su empeño a buscar un conocimiento certero, una forma para que cualquier persona pudiese, mediante el uso de la razón encontrar, la verdad. Con su método Descartes legó al mundo las bases del conocimiento moderno. Te ofrecemos una introducción a su filosofía ¡ahora en formato manga! La razón es la propiedad mejor repartida entre los hombres, pues ninguno reclama más cantidad de ella, porque todos creen tener la suficiente. Tamaño: 60.148 Kb, Filosofía, Sistemas Filosóficos

 

BIOGRAFÍA:

René Descares (La Haye en Touraine, Francia, 31 de marzo de 1596 - Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650) fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así coo uno de los epígonos con luz propia en el umbral de la revolución científica.
Después del esplendor de la antigua filosofía griega y del apogeo y crisis de la escolástica en la Europa medieval, los nuevos aires del Renacimiento y la revolución científica que lo acompañó darían lugar, en el siglo XVII, al nacimiento de la filosofía moderna. El primero de los ismos filosóficos de la modernidad fue el racionalismo, y Descartes, su iniciador, se propuso hacer `tabula rasa` de la tradición y construir un nuevo edificio sobre la base de la razón y con la eficaz metodología de las matemáticas. Su «duda metódica» no cuestionó a Dios sino todo lo contrario pero, al igual que Galileo, hubo de sufrir la persecución a causa de sus ideas.
René Descartes se educó en el colegio jesuita de La Flèche (1604-1612), por entonces uno de los más prestigiosos de Europa, donde gozó de un cierto trato de favor en atención a su delicada salud. Los estudios que en tal centro llevó a cabo tuvieron una importancia decisiva en su formación intelectual, conocida la turbulenta juventud de Descartes, sin duda en La Flèche debió cimentarse la base de su cultura. Las huellas de tal educación se manifiestan objetiva y acusadamente en toda la ideología filosófica del sabio.
El programa de estudios propio de aquel colegio (según diversos testimonios, entre los que figura el del mismo Descartes) era muy variado: giraba esencialmente en torno a la tradicional enseñanza de las artes liberales, a la cual se añadían nociones de teología y ejercicios prácticos útiles para la vida de los futuros gentilhombres. Aun cuando el programa propiamente dicho debía de resultar más bien ligero y orientado en sentido esencialmente práctico (no se pretendía formar sabios, sino hombres preparados para las elevadas misiones políticas a que su rango les permitía aspirar), los alumnos más activos o curiosos podían completarlos por su cuenta mediante lecturas personales.
Años después, Descartes criticaría amargamente la educación recibida. Es perfectamente posible, sin embargo, que su descontento al respecto proceda no tanto de consideraciones filosóficas como de la natural reacción de un adolescente que durante tantos años estuvo sometido a una disciplina, y de la sensación de inutilidad de todo lo aprendido en relación con sus posibles ocupaciones futuras (burocracia o milicia). Tras su etapa en La Flèche, Descartes obtuvo el título de bachiller y de licenciado en derecho por la Facultad de Poitiers (1616), y a los veintidós años partió hacia los Países Bajos, donde sirvió como soldado en el ejército de Mauricio de Nassau. En 1619 se enroló en las filas del duque de Baviera.
Según relataría el propio Descartes en el `Discurso del método`, durante el crudo invierno de ese año se halló bloqueado en una localidad del Alto Danubio, posiblemente cerca de Ulm, permaneció encerrado al lado de una estufa y lejos de cualquier relación social, sin más compañía que la de sus pensamientos. En tal lugar, y tras una fuerte crisis de escepticismo, se le revelaron las bases sobre las cuales edificaría su sistema filosófico: el método matemático y el principio del `cogito, ergo sum` (pienso, luego existo). Víctima de una febril excitación, durante la noche del 10 de noviembre de 1619 tuvo tres sueños, en cuyo transcurso intuyó su método y conoció su profunda vocación de consagrar su vida a la ciencia.
Tras renunciar a la vida militar, Descartes viajó por Alemania y los Países Bajos y regresó a Francia en 1622, para vender sus posesiones y asegurarse así una vida independiente, pasó una temporada en Italia (1623-1625) y se afincó luego en París, donde se relacionó con la mayoría de científicos de la época.
En 1628 decidió instalarse en Holanda, país en el que las investigaciones científicas gozaban de gran consideración y, además, se veían favorecidas por una relativa libertad de pensamiento. Descartes consideró que era el lugar más favorable para cumplir los objetivos filosóficos y científicos que se había fijado, y residió allí hasta 1649.
Los cinco primeros años los dedicó principalmente a elaborar su propio sistema del mundo y su concepción del hombre y del cuerpo humano. En 1633 debía de tener ya muy avanzada la redacción de un amplio texto de metafísica y física titulado Tratado sobre la luz, sin embargo, la noticia de la condena de Galileo le asustó, puesto que también Descartes sostenía en aquella obra el movimiento de la Tierra, opinión que no creía censurable desde el punto de vista teológico. Como temía que tal texto pudiera contener teorías condenables, renunció a su publicación, que tendría lugar póstumamente.
En 1637 apareció su famoso `Discurso del método`, presentado como prólogo a tres ensayos científicos. Por la audacia y novedad de los conceptos, la genialidad de los descubrimientos y el ímpetu de las ideas, el libro bastó para dar a su autor una inmediata y merecida fama, pero también por ello mismo provocó un diluvio de polémicas, que en adelante harían fatigosa y aun peligrosa su vida.
Descartes proponía en el libro una duda metódica que sometiese a juicio todos los conocimientos de la época, aunque, a diferencia de los escépticos, la suya era una duda orientada a la búsqueda de principios últimos sobre los cuales cimentar sólidamente el saber. Este principio lo halló en la existencia de la propia conciencia que duda, en su famosa formulación «pienso, luego existo». Sobre la base de esta primera evidencia pudo desandar en parte el camino de su escepticismo, hallando en Dios el garante último de la verdad de las evidencias de la razón, que se manifiestan como ideas «claras y distintas».
El método cartesiano, que Descartes propuso para todas las ciencias y disciplinas, consiste en descomponer los problemas complejos en partes progresivamente más sencillas hasta hallar sus elementos básicos, las ideas simples, que se presentan a la razón de un modo evidente, y proceder a partir de ellas, por síntesis, a reconstruir todo el complejo, exigiendo a cada nueva relación establecida entre ideas simples la misma evidencia de éstas. Los ensayos científicos que seguían al Discurso ofrecían un compendio de sus teorías físicas, entre las que destaca su formulación de la ley de inercia y una especificación de su método para las matemáticas.
Los fundamentos de su física mecanicista, que hacía de la extensión la principal propiedad de los cuerpos materiales, fueron expuestos por Descartes en las Meditaciones metafísicas (1641), donde desarrolló su demostración de la existencia y la perfección de Dios y de la inmortalidad del alma, ya apuntada en la cuarta parte del Discurso del método. El mecanicismo radical de las teorías físicas de Descartes, sin embargo, determinó que fuesen superadas más adelante.
Conforme crecía su fama y la divulgación de su filosofía, arreciaron las críticas y las amenazas de persecución religiosa por parte de algunas autoridades académicas y eclesiásticas, tanto en los Países Bajos como en Francia. Nacidas en medio de discusiones, las Meditaciones metafísicas habían de valerle diversas acusaciones promovidas por los teólogos, algo por el estilo aconteció durante la redacción y al publicar otras obras suyas, como `Los principios de la filosofía` (1644) y `Las pasiones del alma` (1649).
Cansado de estas luchas, en 1649 Descartes aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia, que le exhortaba a trasladarse a Estocolmo como preceptor suyo de filosofía. Previamente habían mantenido una intensa correspondencia, y, a pesar de las satisfacciones intelectuales que le proporcionaba Cristina, Descartes no fue feliz en `el país de los osos, donde los pensamientos de los hombres parecen, como el agua, metamorfosearse en hielo`. Estaba acostumbrado a las comodidades y no le era fácil levantarse cada día a las cuatro de la mañana, en plena oscuridad y con el frío invernal royéndole los huesos, para adoctrinar a una reina que no disponía de más tiempo libre debido a sus obligaciones. Los espartanos madrugones y el frío pudieron más que el filósofo, que murió de una pulmonía a principios de 1650, cinco meses después de su llegada.